El pasado 17 de octubre se celebró en Bogotá, la segunda edición del festival Blues D.C. Dentro del grupo de invitados internacionales estaba el guitarrista argentino José Luis Pardo, quien muy amablemente habló con nosotros acerca de su carrera y de otros temas referentes al blues.
¿Cómo llegaste al blues?
Desde temprana edad empecé a tocar la guitarra pero estuve perdido por varios años, perdido respecto a qué estilo tocar. Tocaba Nirvana, punk, rock’n’roll, pero como que nada me llenaba del todo y unos años después, cuando tenía 13 ó 14 años, había una publicidad de un chocolate en Argentina que tenía unos 10 segundos de guitarra de blues y para mí eso era lo máximo, lo oía y no lo podía creer. Ni siquiera sabía que eso se llamaba blues, lo que sabía era que me encantaba y después, cosas de la vida, me llegó el disco que contenía ese tema y ahí descubrí que eso era blues, y así fue como desemboqué en esto.
¿Qué influencia descubriste después del blues?
Los que más me influenciaron fueron los que han influenciado a todos: Albert King, Freddie King, B.B. King. Después los que aprendieron de ellos, Jimmie Vaughan, Johnny Winter, toda la camada blanca más joven y Robert Johnson, Leadbelly, los que influenciaron a B.B. King con su guitarra acústica tocando en los campos de algodón, y los artistas locales que están al alcance de la mano, que se ven de chico y uno queda alucinando cuando los ve.
Desde muy joven has tocado con los grandes del blues argentino, ¿cómo ha sido esta experiencia?
Me metí en esto, muy joven, y empecé a tocar en los bares y de repente me ví tocando con bandas muy importantes en Argentina, como la banda tributo a Albert King y toqué en una agrupación de Pappo, que tocaba Pappo’s Blues, y luego empecé a viajar y a tocar con celebridades pero internacionales, con la banda de Muddy Waters, con Magic Slim, con Jimmie Vaughan, con muchos otros, pero es por estar en el mismo circuito, en el mismo ambiente.
¿Cómo fue eso de tocar con Pappo?
Bueno, Pappo formó una banda que actuaba de improviso, hacía presentaciones sorpresa y tocaba solo blues en inglés y para acompañarse, seleccionó la que era su banda preferida del momento, que era la Albert King Tribute Band, donde tocaba yo, Gustavo Rubinstein, Gonzalo Martino… y así surgió la posibilidad.
¿Cómo fue para ustedes ese hecho de la muerte de Pappo, ese gran músico de rock y de blues en Argentina?
Fue duro, impactante. Para mi, personalmente, era el destino que lo inmortalizó. Es horrible que haya muerto pero visto en la distancia fue tan fuerte su presencia, que al final siguió el mismo destino de Jimi Hendrix, de Vaughan, muertes prematuras, dolorosas, realmente dolorosas, yo hubiera preferido que siguiera vivo y que no se hubiera convertido en leyenda, pero se creó un mito y ya pasa a otro nivel.
¿Cómo ha sido tu recorrido en el blues, siendo una persona que apenas tiene 28 años de edad, pero es muy conocido en España, en Estados Unidos, en Argentina?
Ha sido eso, hacer las cosas con trabajo serio. Si uno no se toma las cosas en serio, no hay como demostrarle a la gente. Entonces uno progresando de a poco y tanteando cosas serias, que tengan un trabajo organizado, a partir de ahí se plantea que toca, comienza a hacer giras y lo hace honestamente… o sea… cuando empecé a viajar, me empezaron a solicitar de otros países. Entonces cuánto más viajas, más se viaja todavía.
¿Cómo fue la primera experiencia en Estados Unidos?
La primera vez fue en Memphis, en una gira con la Albert King Tribute Band, que nos contrató la que era la manager de Albert King y fuimos a conmemorar el décimo aniversario de su muerte, tocando para los amigos de Albert King en Memphis. En el 2007 hubo un festival en Jacksonville, Florida, había grandes músicos y yo era el único latinoamericano. Fui contratado en buenas condiciones y fue muy bien, pero lo mejor fue cuando vino la organización y me dijo “te ha visto Bob Margolin, que fue guitarrista de Muddy Waters, y quiere que toques con ellos” y terminé cerrando el show con la banda de Muddy Waters y fue un punto muy importante en mi carrera profesional porque ya estar ahí, todo el ambiente de blues de Estados Unidos y yo como único representante de todo lo que estaba fuera de Estados Unidos.
¿Cuándo decides irte como solista o líder de banda?
Siempre son circunstancias. Yo toqué con varias bandas, hasta hace unos años estaba en una banda y lo que pasa es que estaba grabando un disco y lo típico, la banda se separa, y el disco estaba bueno y había un material en el que yo cantaba y tocaba la guitarra y las opciones eran: o dejar que se muriera todo el esfuerzo que habíamos hecho o seguir adelante con el proyecto, y convenimos en sacarlo con mi nombre porque ya no éramos más esa banda y ahí empezó todo. Luego vino la oportunidad de viajar y muchas veces voy solo, entonces ahí el nombre del artista tiene un poco más de importancia.
En uno de tus discos, “That’s right”, escuché un estilo para cantar muy parecido al de Botafogo. ¿Qué tiene de su música?
Botafogo a mi me parece uno de los grandes indiscutidos del blues en Argentina. Él canta en español y puede llegar a influenciar, pero no directamente, no es que me haya puesto a escuchar Botafogo, pero sí tiene una cadencia, una forma de cantar que me gusta, que probablemente se me haya pegado. Así funcionan las influencias. Es un halago para mí.
¿Cómo ves la escena del blues en Argentina?
Yo ahora estoy prácticamente viviendo en Europa, me resulta más rentable hacerlo porque estoy tocando mucho por ahí. Cuando me fui de Argentina, lo hice porque la escena estaba baja. Creo que ahora está un poco mejor, van artistas internacionales, se están creando espacios, pocos, pero va gente de afuera. Si lo comparo con Estados Unidos o con algún país europeo que tenga un planteamiento cultural serio, realmente está muy baja, se hace difícil vivir pero las bandas argentinas tienen mucho empuje. La escena la hacemos los músicos y es cierto que faltan espacios y más dinero, no hay festivales o hay festivales donde los músicos tienen que colaborar monetariamente. Pero hay gente que está haciendo las cosas en serio.
Como el festival que hacía La Mississippi, que se llamaba “Blues en el barrio”.
Bueno, no sé cómo funcionaba eso. En Argentina tienen la costumbre de llamar festival a lo que es un ciclo, por ejemplo hoy toco aquí, la semana que sigue toco en otro lado, pero soy yo solo. Eso no es un festival para mí, como yo lo entiendo, un festival es uno o dos días, con una organización que pone la carne en el asador, salga bien o mal, con muchas bandas, dos bandas no son un festival, es una fecha compartida. Mínimo tres bandas, se trae gente de afuera si se puede… pero los ciclos son iguales de buenos.
Estás radicado en España, ¿cómo está el blues allá?
El blues tiene buena salud. Hay músicos, hay escena, las cosas se plantean seriamente desde la base. Aunque estés en el nivel inicial, en intermedio o en súper profesional siempre hay una organización seria desde la base, tienes que presentar tu proyecto para que te contraten, te llaman, firmas un contrato, le pagas seguridad social si tienes que pagarle –en algunos casos también se trabaja en negro, no– pero por lo menos tienes la posibilidad de armarte giras, donde tienes que organizarte, alquilar una furgoneta, te dan los hoteles, las comidas, te pagan, tienes que hacer la prueba de sonido a determinada hora y no a cualquiera, se hace una promoción, llegas a un pueblo o a una ciudad y vas a tener un recorte en el periódico, o sea que el que te contrata se lo toma en serio. Entonces es a otro nivel, aunque musicalmente haya banda que recién empiezan o sean malas, se lo toman igual de profesional. Eso siempre es bueno.
De Latinoamérica, ¿qué países has conocido?
Estuve en México, en Brasil y en Chile. Ahora en esta gira hago Colombia, México, Perú, Chile y Brasil. Cuando me plantearon hacer esta gira no lo pensé ni un minuto porque el blues goza de buena salud aquí, lo tocamos con un estilo muy particular pero con mucha calidad. En Brasil están Blues de Ville, Oliver Prado, en Chile están Los Vintage, Los Agostini, para no obviarme ninguno, son bandas que las vas a ver en un festival y son bandas que seguramente en Estados Unidos triunfarían y son mucho mejores que bandas que podría haber en festivales europeos o de Estados Unidos y, por lo que estoy escuchando, lo mismo está pasando acá.
Curiosamente, el principal festival de blues en Latinoamérica está en Santiago de Chile, cosa que uno no esperaría.
Hay una familia que está apostando mucho por el blues. Yo ahora en noviembre voy otra vez. Armaron una banda sudamericana donde yo era el guitarrista, estaba Flavio Guimaraes –de Blues Etílicos de Brasil–, tocamos juntos. Fue uno de los festivales más serios donde estuve, en todos los niveles, una forma de mostrar que un festival puede ser muy serio y organizado, y a la vez muy humano, muy bajado al nivel básico. Todos los músicos estábamos juntos todo el tiempo, nos llevaban a pasear, la comida era excelente, la atención igual, teníamos gente a nuestra disposición y musicalmente era espectacular.
Has tocado con un amigo, con Gonzalo Araya.
Sí, Gonzalo, claro. Tocó en el “That’s right”. Gonzalo ahora está en Buenos Aires pero lo veré en Chile. Estaba en la banda sudamericana. Es uno de los mejores armoniquistas que he conocido.
Volviendo a tu música, ¿cómo podríamos definir tu sonido? Tienes mucho del estilo de Memphis, de B.B. King, de Albert King…
Esas son mis influencias básicas, las que yo creo que emocionan al comienzo y toca más west coast o swing o jazz, pero luego pasa esa fiebre, se quedan algunas cosas que pasan a formar parte del lenguaje pero no pasan a ser lo principal. Pero Albert King, Freddie King y toda esta gente van a estar siempre en mí, por más que esté tocando otra cosa, aunque no esté tocando los shakes iguales, siempre van a estar en mi cabeza. Uno empieza literalmente copiado, lo cual está bien, porque si tiene 15 años… qué quieres… que nazca en Argentina, agarre una guitarra y ya tengas un sonido personal… si Albert Collins empezó copiando a T-Bone Walker… con el tiempo vas encontrando tu sonido, porque es imposible que no salga tu propio sonido, por tus vivencias, por tus viajes, por tu forma de entender. Pero eso lleva tiempo. Yo estoy en esa búsqueda, que tampoco es una búsqueda, es algo que va fluyendo. Entonces el sonido también va por ese lado, tratando de sonar fresco, moderno, aun tocando cosas viejas.
¿Cómo llega el endorsement de Gibson?
Estaba tocando en un festival muy importante en España y dentro de la audiencia estaba un representante de Gibson en Francia. Le gustó mi trabajo, se me acercó y así se fue dando la posibilidad. Llega el apoyo traducido en guitarras pero también en otras cosas: te consiguen festivales, te consiguen cosas, está muy bien.
¿Qué viene ahora para José Luis Pardo?
Hago la gira que te dije, termino en Argentina con algunos shows en Buenos Aires y en el interior. Con ganas de terminar esta gira sudamericana, de conocer gente, culturas. En enero comienzo la gira por España y más llegado el verano en Europa y algunas cosas confirmadas en Estados Unidos, pero como saltos, ir y volver, son festivales, no hay una gira consolidada todavía.
¿Cómo ves el futuro del blues en Latinoamérica?
Con la calidad musical que hay, no hay posibilidad ni de que muera el género ni de que vaya para atrás. A veces el problema está en la tontería de la gente, de los músicos que no se unen, esto puede hacer que el género vaya para atrás, porque con el talento que hay debería ir hacia arriba. La clave también está en cantar en español, para que tu prima o tu tía se enteren de lo que está pasando y cuando estés cantando en español no decir “estoy en el campo de algodón”, porque si veo ahora una banda cantando así le digo que no está en el campo de algodón, que está en el 2010, con internet y hablando con la novia por Facebook. Eso puede llevar un poco al fracaso, porque las letras en inglés que la gente no entiende y la letra en español que habla del campo de algodón, de la estación, del tren –el tren ya no se toma más–. En eso va a estar la clave, porque el talento está.
Bogotá, Colombia. 17 de octubre de 2009.